EDITORIAL

Una mirada al manejo  ambiental sostenible en la región de la Orinoquia

Marco A. Torres y Miguel Venegas

Hoy vemos la Orinoquia colombiana como esa región que el país ha comenzado a mirar de nuevo como polo económico y abastecedor de las “locomotoras del desarrollo” propuestas por el actual gobierno Toda esta estructura económica puesta sobre la Orinoquia ha traído una serie de cambios positivos y negativos en los sectores  económicos, sociales y ambientales,  sobre los cuales desde la academia regional debemos comenzar a delinear una hoja de ruta, para que haya un verdadero desarrollo regional, donde el Hombre, la Naturaleza y la Sociedad, se integren bajo modelos enmarcados por la sostenibilidad

En ese orden de ideas, las transformaciones no solo se vienen dando sobre el sector rural, sino que las ciudades y centros poblados de la región están  cambiando de manera  acelerada y desordenada, para acomodarse al tipo de desarrollo propuesto Se ha olvidado que en la Orinoquia hay una ciudad, mucha sciudades y pequeñas villas; unas mas pensadas que otras, posiblemente todas soñadas y construidas como réplicas de la babel bíblica, al antojo de quien con su experiencia de vida y sus cargas ideológicas, simultáneamente se apropia de un lugar, física y simbólicamente, para morar ese espacio y también para darle morada a sus mundos, a su universo Pero es indispensable para este territorio, que ante el cambio no se puede caer en modas, en diseños superfluos, en la acelerada actividad del “capital inquieto” que necesita de nuevas inversiones en urbanismos rimbombantes, sino repensar la ciudad para que la cuadrícula que se imagina y se pueda construir responda efectivamente a los sueños, intereses y anhelos de sus moradores

Es por esto y ante las nuevas miradas que aparecen sobre las ciudades  regionales, como el caso de Villavicencio con el replanteamiento de su ordenamiento del territorio, es necesario indicar que los planes de desarrollo urbano deben concebirse entonces como la bitácora con la cual el gobierno de la ciudad asume el desafío de reconocer el espacio en todas  sus dimensiones, por ejemplo la ecosistémica, la socioeconómica, la política y la cultural, de tal suerte que vivir en el lugar sea finalmente un acto de placidez y de felicidad Lo anterior plantea la necesidad de una visión integral y no sectorial en la cual estén incluidas la sostenibilidad, la equidad y la complementariedad

Se impone por tanto, contando con las tecnologías  de punta, una nueva cartografía que dé cuenta de todos los constituyentes actuantes y determinantes del tejido social en el territorio; la visión desde un mapa plano, es una visión plana; hay que ver la ciudad en tercera  dimensión, como una espacialidad dinámica Solo así superamos la geografía de la desigualdad Pero junto a esa visión técnica, es importante abordar las nuevas epistemologías para el desarrollo urbano y para la construcción de la ciudad; apropiación por parte de las comunidades de los elementos técnicos y políticos de la Gestión local, de tal forma que esté garantizada  la participación de los ciudadanos en el diseño de las políticas públicas sobre los destinos de la ciudad, en su implementación y ejecución satisfactoria

Desde el alto de Buenavista